Lejos del mundanal ruido

El auge del turismo y la necesidad de algunos de huir del asfalto ha propiciado la rehabilitación de viejas casas rurales asturianas, convertidas hoy en hoteles y hospederías. Las cuadras son hoy salones; los pajares, habitaciones, y los hórreos y paneras, espacios infantiles de juegos

Muchas son las personas que un día deciden comprar una casa rural vieja en el campo y restaurarla para hacer de ella su hogar y, de paso, vivir del turismo rural. Luis Sanz y su esposa, Carmen, son un ejemplo. Esta pareja madrileña ansiaba vivir en Asturias, y con esa meta comenzaron a buscar. Entre la maleza, encontraron el ahora hotel Molino de Tres Grandas, emplazado a orillas del río Cabra.

Los trabajos de rehabilitación se desarrollaron entre 1996 y 1997, y fueron muchos los obstáculos. Poco a poco fueron vaciando de escombros todos los espacios, pero lo peor llegó cuando se percataron de que el forjado era inservible para levantar pisos. Como por debajo pasaba el agua del río que movía el antiguo molino, Luis eliminó parte del forjado y lo sustituyó por un cristal como elemento decorativo a través del que se ve el agua. También aprovecharon la tejavana para prolongar el edificio y contar con un espacio bajo cubierta desde el que se puede disfrutar del agreste exterior.

Luis salió de esta aventura escarmentado por todos los gastos, las obras y el papeleo. Te vuelven loco con papeles. Eso si que da problemas. Conseguimos una subvención del 8%, pero al final llegamos a la conclusión de que no íbamos a pedir ninguna más, ya que no te dan nada hasta que ya está todo hecho o pagado, explica. Pese a esto, la pareja no desistió en su empeño y continuó las labores de restauración, en las que llegó a participar un equipo de 20 personas, entre albañiles, fontaneros, constructores y otros profesionales. A la vez que efectuaban la rehabilitación del antiguo molino, hacían lo propio con la cuadra, en la que levantaron dos pisos, que hoy acogen cuatro habitaciones con sendos cuartos de baño. Luis y Carmen optaron por mantener el color original, a base de una mezcla de cal y cemento blanco. En la decoración también utilizaron los utensilios del antiguo molino: convirtieron las viejas muelas en mesas y repisas sujetas a la pared por viejas vigas de roble y castaño, y los botiquines y las puertas del antiguo horno son hoy las de los armarios de los baños y de los botiquines.

En los prados que rodean al edificio, troncos de madera dan cuerpo al balancín y al columpio que flanquean el hórreo, de reciente construcción, que sirve de refugio a los más pequeños.

Una cuestión personal, el deseo de cambiar la ciudad por el campo, y una afición, la construcción, llevaron a Carlos Bueno a dedicar un año de su vida a buscar una finca donde asentarse. Tuvo la suerte de encontrar un conjunto integrado por casa, cuadra, hórreo y otros edificios anexos como la tejavana y el pajar, en un paisaje precioso.

Carlos adquirió la finca, ubicada en Allende de Vibaño, en febrero de 1992 y las obras aún no han cesado, si bien esta casa de aldea abrió al público ya en julio de 1995 a lo largo de ocho años, más de diez personas han intervenido en la rehabilitación de La Montaña Mágica.

Poco después de iniciar los trabajos, la inversión prevista se duplicó, hasta alcanzar los 65 millones de pesetas Así, la subvención conseguida, procedente del plan Leader de la Unión Europea, que en principio iba a suponer el 35% del coste de ejecución del proyecto, pasó a ser calderilla.

Pero Carlos siguió adelante con su idea y para ofrecer un valor añadido, compró una cuadra de asturcones para montar y se registró en la Asociación de Criadores de Ponis de Raza Asturcón. En 1992 la Conserjería de Agricultura le concedió una ayuda económica por su aportación a la mejora del medio rural. Con ese dinero se puso manos a la obra.

En el entorno de la casa encontraron una piedra de mampostería excelente, muy limpia, que les permitió rehabilitar cada uno de los edificios. La primera fase de las obras fue tremenda, comenta, ya que el terreno sobre el que se asientan los edificios es muy arcilloso y esa circunstancia entorpeció enormemente las labores de cimentación.

Todo fue como una carrera de obstáculos contrarreloj, porque el plan Leader determinaba que las obras debían finalizar en un año para poder ser beneficiario de la subvención. A pesar de todo, Carlos alegó y consiguió una ampliación del plazo.

Para construir un duplex con los altillos cubiertos de teja, le dio más altura a las cuadras, hasta alcanzar los 7 metros. En algunas habitaciones, el toque rústico lo aportan las chimeneas,

Desde el exterior se aprecia la mezcla de elementos originales y prácticos: unas tablas de barril de sidra sirven para adornar la fachada, y una gran piedra encontrada en los alrededores hace las veces de suelo en uno de los miradores de una cuadra. Las vistas son un complemento perfecto del interior de esta hospedería. Así, desde la ducha de un baño de una de las cuadras se otea el Naranjo de Bulnes. Este conjunto se completa con un hórreo de más de un siglo de antigüedad. Es perfecto para los niños porque no tiene mucha altura, dice Carlos.

La Casona de Villanueva: Nuria Juez Núñez empezó la casa por el tejado. Así recuerda el inicio de las obras de rehabilitación de la sólida Casona de Villanueva. De piedra y madera, construida a mediados del siglo XVIII y emplazada en Villanueva de Colombres, en Ribadedeva. La obra comenzó en 1991 y acabó un año después.

Nuria buscaba una casa para pasar los fines de semana, pero se topó con que la inversión necesaria para dejar habitable la Casona de Villanueva superaba sus previsiones. Por eso decidió sacarle rentabilidad, convirtiéndola en hotel. El criterio que siguió durante toda la rehabilitación fue dejar la casa como había estado siempre, sin elementos que pudieran dañar su aspecto original Por eso no se empleó ni hierro ni hormigón; sólo madera de castaño y de roble. Todo lo que se añadió se hizo a cara vista, para diferenciarlo de lo original. Esto explica que algunas ventanas estén enmarcadas con piedra y las rehabilitadas, en cambio, se han pintado, En el edificio principal tan sólo había dos habitaciones de tres metros de altura. Para hacer más dormitorios, optó por bajar la altura y así obtener dos plantas La rehabilitación se completó con una decoración muy cuidada de cada espacio, con muebles antiguos de la familia de Nuria.

Lo único que hallaron dentro de la casa fue un viejo baúl de viaje, alto, que sirve como barra en la recepción. En el exterior, se cerró la tejavana para convertirla en sala de estar-comedor. La idea de Nuria, y de todos los propietarios de estas nuevas casas viejas, es ofrecer un lugar de descanso, plácido y agradable, propio de un entorno que invita a la tranquilidad.

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